Re- descubriendo los ascensores: Capitulo 1 Ascensor Barón

Después de muchos años pensando que el Ascensor Barón se encontraba sin funcionar, tal vez porque mi cabeza lo había confundido con el cercano Ascensor Lecheros, hace unas semanas nos animamos a visitar uno de los funiculares más emblemático y turístico del puerto para luego hacer una ruta por el sector visitando los otros 3 ascensores de la zona.
Ascensor Barón
Este clásico ascensor porteño fue inaugurado en el año 1906 y pertenece a la Ilustre Municipalidad de Valparaíso; anteriormente fue propiedad del estado, específicamente a la Empresa de Transportes del Estado.
La maquinaria de origen alemán, fue el primer funicular que funcionó con motor eléctrico y ha sido remodelado en dos ocasiones (1980 y 2012), donde se han realizado mejoras tanto en la infraestructura del mismo como las casetas de ingresos y el mirador cercano.
Para poder llegar a este centenario ascensor desde la parte baja de la ciudad es necesario sortear la mole de tiendas comerciales que se ubica en el ex gasómetro, para luego ingresar a un pasillo de concreto que, mientras nos comienza a aislar del ruido de la ciudad, nos guía hacia la estación inferior del centenario elevador.
Al ingresar a la estación uno automáticamente se siente transportado en el tiempo, su ambientación evoca al Valparaíso de los años dorados y es habitual encontrarse con vecinos del sector, en desmedro de los turistas que invaden el Ascensor Artillería o el Reina Victoria.Mientras esperamos la llegada del carro que nos llevará a 75 metros sobre el nivel del mar y desde donde podremos apreciar la belleza de la bahía de Valparaíso, llaman la atención los detalles que se mantienen de la estación original, tal como el torniquete con su clásico contador de pasajeros.
A los pocos minutos llega el carro, el cual también ha sido restaurado y cuenta con una capacidad para transportar a 16 personas a la vez, estos verdaderos balcones móviles ampliaron su capacidad durante las restauraciones que se le realizaron, ya que originalmente contaban con una capacidad limitada sólo para 10 personas.
El interior del carro destaca por su amplio espacio, su limpieza, la madera barnizada y amplias ventanas que permiten observar no sólo hacia el mar, sino también recorrer la panorámica completa que nos regala la ciudad. El ascenso es a través de 98 metros de rieles y una gradiente de 59 grados.
Llegamos a la estación superior la que nos deja a pasos del mirador Diego Portales y junto a los nuevos vecinos del sector: maquinarias que luego de arrasar con los terrenos del ex Hospital Ferroviario están construyendo unos edificios que nada tienen que ver con la arquitectura y geografía del sector. Dejando de lado el paseo y el bullicio de la construcción, podemos recorrer las hermosas calles que rodean a la Iglesia San Francisco y terminar bajando por Yolanda, o bien como es nuestra decisión, iniciamos el descenso, admirando los murales y grafitis que cubren el barrio y nos lanzamos a la búsqueda de los desaparecidos Ascensor Lecheros, Larraín y el sobreviviente Polanco.
CONTINUARÁ…