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Home›Opinión›CONTRADICCIONES Y CONTRASENTIDOS TRAS LAS PLATAS DEL CDF

CONTRADICCIONES Y CONTRASENTIDOS TRAS LAS PLATAS DEL CDF

By Jorge Latrillle
enero 30, 2019
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Escrito por: Movimiento Quince de Agosto

Demoradas por la acción de Barnechea ante la Fiscalía Nacional Económica, las platas provenientes de la operación entre la ANFP y Turner por el Canal del Fútbol, hacían salivar a los siempre hambrientos bolsillos de los empresarios del fútbol profesional chileno. El jugoso botín del canal ideado y creado por Reinaldo Sánchez vendría a ser el salvavidas que rescatara del naufragio del despilfarro a los accionistas de las SADP y disimulara la falsedad de las promesas de eficiencia económica proclamadas a los cuatro vientos por los cultores del neoliberalismo hace ya casi 15 años.

Santiago Wanderers no representa una excepción. Agobiada por las deudas que mantiene con su principal accionista, Fundación Futuro Valparaíso – o Nicolás Ibáñez Scott, que es lo mismo –, la Sociedad Anónima Deportiva Profesional esperaba que los 2.045 millones de pesos que correspondían a cada club, ingresaran a sus desangradas arcas, las cuales sólo supieron de ganancias el año 2013, cuando se concretaron las ventas de Eugenio Mena, Carlos Muñoz y Sebastián Ubilla, todos futbolistas formados por la cantera caturra con anterioridad al desembarco de la concesionaria en el club. ¡Vaya paradoja!

Desde hace un tiempo que se presumía que el destino de esos dineros no sería una cuestión pacífica, pues mientras Miguel Bejide, ex vicepresidente de la SADP, anticipaba que buena parte de ellos serían destinados a pagar al patrón Ibáñez, la hinchada caturra buscaba que tales sumas de dinero quedaran en el club, sea en forma de inversión en infraestructura, sea en inversión en implementación deportiva, sea (¿por qué no?) en adquisición de jugadores que pudieran brindarle alegrías a la gente. Una vez más quedaba de manifiesto la contradicción entre el interés de los accionistas y el del hincha, tan propia de un modelo que establece un abismo insalvable entre el club y sus bases.

 

El origen de la deuda.

Pese a que era uno de los principales accionistas desde el arribo de la concesionaria, no fue sino hasta fines del 2015 que el nombre de Nicolás Ibáñez Scott se hizo públicamente conocido en el “mundo Wanderers”. En Diciembre de ese año, hastiado por los incidentes ocurridos en el partido frente a Colo Colo en Playa Ancha y por la toma de la sede social de calle Independencia, Ibáñez envió una carta al Directorio de la SADP en la que amenazaba con pedir la quiebra de dicha empresa si es que ésta no pagaba para Julio de 2016 la deuda que mantenía con él. A esa fecha, Diciembre de 2015, la SADP le adeudaba aproximadamente 1.000 millones de peso al ex dueño de Supermercados Líder.

¿Pero cómo había llegado a debérsele tamaña cifra de dinero al principal accionista? Para entender esto debemos remontarnos al 2014, época en que estalló el escándalo de la deuda previsional. Si bien es efectivo que ésta se arrastraba desde fines de los 90, época en que el club era manejado por Reinaldo Sánchez y el gremio autobusero, lo cierto es que en el contrato de concesión se estableció que lo primero que debía pagar la concesionaria era, en efecto, la deuda previsional. No obstante, ésta fue – dolosa o negligentemente – dejada sin pagar, lo que supuso un explosivo aumento de la misma en base a los intereses y multas penales que establece el Decreto Ley 3.500. Así, para el año 2014 la deuda por concepto de no pago de cotizaciones previsionales había alcanzado los 2.300 millones de pesos.

Para evitar cancelar tan onerosa suma de dinero, la SADP intentó entonces un inédito recurso ante el Tribunal Constitucional, el cual fue desestimado, por lo que los accionistas debieron realizar un cuantioso aumento de capital, suscrito y pagado principalmente por Nicolás Ibáñez Scott, con el fin de pagar esa deuda y además invertir en el equipo.

Aquella sería la última vez que el presidente de Fundación Futuro Valparaíso aceptaría hacer algo como eso para cubrir los déficit de la SADP. De allí en más la fórmula sería la de los préstamos, a un interés del 4,5% anual, los cuales son suscritos mediante pagarés en los que la SADP reconoce tanto la deuda con su principal accionista, como el mencionado interés. Un detalle: quienes aprueban la firma de esos pagarés son los directores puestos allí por Fundación Futuro Valparaíso, los cuales representan una abrumadora mayoría en la mesa directiva de Wanderers SADP.

En otras palabras, la administración de la SADP, de la cual es responsable su máximo accionista Fundación Futuro Valparaíso – que posee el 79,04% de las acciones – genera mes a mes un déficit que es cubierto por préstamos que realiza justamente el principal accionista, Fundación Futuro Valparaíso, al 4,5% de interés anual, y cuya autorización es dada por los directores que representan precisamente al principal accionista, Fundación Futuro Valparaíso. Un verdadero contrasentido.

De acuerdo a la reciente nota de El Mercurio de Valparaíso, aún con el pago que se le realizará a partir de las platas del CDF, esa deuda alcanzará en Diciembre de 2019 la friolera de 4.900 millones de pesos, algo que a todas luces parece imposible de pagar, y que representa casi un 300% de aumento en relación a la deuda que mantenía la Corporación Wanderers al momento de firmarse la concesión del club.

 

El rol de la Corporación

Hasta el 31 de Enero del año 2008, el club completo, incluida su rama fútbol profesional, era controlado por la Corporación Club de Deportes Santiago Wanderers, cuya personalidad jurídica data desde 1920. En otras palabras, la Corporación es, al menos desde el aspecto jurídico y formal, el club, erigiéndose como la entidad que reúne y representa a la masa de socias y socios del Decano del fútbol chileno.

El 1 de Febrero del 2008, a través del contrato de concesión, la Corporación entregó por 30 años el uso, goce y explotación de todos sus bienes, derechos y activos ligados a la rama fútbol profesional a una empresa privada, hoy denominada Club de Deportes Santiago Wanderers SADP, que es lo mismo que “la sociedad anónima” o “la concesionaria”. No obstante, la Corporación está viva y continúa siendo la propietaria del club, además de lo cual cuenta con dos representantes, quienes participan con voz y voto, en el directorio de la S.A.D.P.. Es decir, aunque de forma muy acotada, tienen incidencia en la toma de decisiones deportivas e institucionales.  

Aclarado el contexto, hay que señalar que según lo informado por la Corporación en comunicado de fecha 14 de Enero de 2019, su propuesta de repartición de las platas del CDF era de carácter tripartito, en una proporción de 30% para el primer equipo, 30% para infraestructura y 40% para pago de la deuda, lo que se topó con las amenazas de los directores representantes de Fundación Futuro Valparaíso en relación a que si no se aceptaban las condiciones puestas por dicha fundación, ésta no prestaría más dinero a Santiago Wanderers SADP poniendo en riesgo el presupuesto 2019. Finalmente, se habría llegado a un acuerdo de destinar aproximadamente 1.500 millones a pagar a Ibáñez Scott y asignar el resto de los recursos al desarrollo del Complejo Mantagua, previo descuento de los $447 millones que la SADP debía a la ANFP por concepto de préstamos. Es decir, 98 millones serían los que se reservarían para infraestructura, una cifra bastante menor considerando el total de los dineros ingresados.

En términos de negociación, la resolución final viene a ser nuevamente favorable a Fundación Futuro Valparaíso, quien vuelve a imponer sus términos por sobre la Corporación, pues la salida final, aprobada unánimemente, está bastante lejos de lo pretendido por la entidad que encabeza Mario Oyer.

Sin embargo, aquello no puede ser considerado como sorpresa, atendido la evidente disparidad que existe en el Directorio de la SADP, donde la Corporación por contrato sólo cuenta con 2 representantes, en contraste con los 9 directores que designa Fundación Futuro Valparaíso. Lo que sí llama poderosamente la atención es que la Corporación Wanderers se plantee siquiera la devolución de los dineros a Ibáñez y acepte negociar en dichos términos.

En este punto resulta necesario dejar algo muy claro: es la Sociedad Anónima – y no la Corporación – la que mantiene una deuda con Nicolás Ibáñez. Por lo tanto, de no ser posible pagarla, Ibáñez podría solicitar la quiebra de la Sociedad Anónima, sin que las deudas que ésta arrastre afecten a la Corporación, más aun considerando que el proyecto de modificación de la Ley 20.019 que salió de la Cámara de Diputados, deja expresamente regulado que las obligaciones contraídas por las SADP no afectarán a las corporaciones deportivas en caso de recuperar éstas la propiedad y administración de los clubes. En cuanto al contrato de concesión, ante el escenario de quiebra de la Sociedad Anónima, éste finalizaría por la muerte de una de las partes. ¿Busca la CSW evitar la quiebra de la SADP? Aquello sí que sería un total contrasentido.

Ahora bien, podría argumentarse que al aceptar los términos de Fundación Futuro Valparaíso lo que se persigue es evitar que el primer equipo quede desfinanciado y que eventualmente el 2019 signifique un nuevo fracaso deportivo. Empero, una consideración como esa implica pasar por alto que la obligación de generar los recursos necesarios para mantener el primer equipo le corresponde a la concesionaria, por cuanto el objeto del contrato de concesión no es otro que la rama fútbol profesional del Decano. Es decir, se le entregó el uso, goce y explotación de todos los bienes, derechos y activos ligados al fútbol profesional, justamente para que los hiciera rendir económicamente y pudiera tener un plantel competitivo. Y si bien la realidad, evidenciada con el paso de los años, terminó por contradecir de forma contundente a las promesas de administración profesional y óptima gestión económica que nos vendieron por allá a fines del 2007 y comienzos del 2008, no se entiende que la Corporación asuma responsabilidades en dicho ámbito sin recibir ningún derecho o beneficio a cambio.

Por lo demás, es claro que la SADP no requería de los votos de los 2 representantes de la Corporación, por lo que en términos prácticos nunca estuvo realmente en juego que no se le pagara al dueño de Fundación Futuro Valparaíso y, consecuentemente, que no se siguieran haciendo los préstamos para sustentar al plantel profesional.

Así las cosas, queda la sensación de que la entidad que representa a las socias y socios del club entró en el terreno del rival, a jugar al ritmo del rival y terminó aceptando los términos del rival. Y aunque no hubiera cambiado nada, quizás hubiera sido una mejor señal política el decidir no someterse al chantaje de los apóstoles de Ibáñez y votar en contra de pagarle tales dineros al acaudalado empresario.

Insana dependencia

Más allá de las indiscutibles demostraciones del fracaso económico del modelo de Sociedades Anónimas, el caso de las platas del CDF expone la alarmante dependencia que existe en Wanderers respecto de la figura de Nicolás Ibáñez Scott.

La jugada estratégica le permitió al dueño de Drake Capitals primero incrementar su porcentaje accionario en la SADP a través de los aumentos de capital, a los que no pudieron concurrir los accionistas minoritarios, y luego, por medio del sistema de préstamos, hacer a Wanderers SADP extremadamente dependiente de él, a niveles cercanos a la adicción.

La concesionaria ha sido incapaz de idear nuevas fuentes de recursos frescos y depende a tal punto de Fundación Futuro Valparaíso que si uno escucha las declaraciones de Rafael González Camus, presidente de la SADP, pareciera que hay hasta que darle las gracias a Ibáñez por prestarle dinero con un interés tal que en el largo plazo sólo le permite ganar a él. Otro contrasentido.

En una época en la que el país es gobernado por la cara más cruda y desvergonzada del empresariado, Valparaíso y su club representativo, Wanderers, sufren a causa del estrangulamiento que los grandes capitales suelen ejercer sobre las organizaciones de base. Sin embargo, mientras la ciudad intenta, principalmente a través de los trabajadores portuarios, sacudirse de ese ahogo, Wanderers se encuentra cada vez más de rodillas frente al poderío de un capitalista que se ha procurado el poder de hacer y deshacer a su antojo en la institución, frente a lo cual los representantes de la Corporación no parecen haber acusado el golpe o quizás lo han sentido en demasía. Como sea, urge dar un viraje que implique, a lo menos, contradecir en todos los niveles el chantaje implantado por Ibáñez Scott, quien a su vez debiera, como mínima señal de buena fe, congelar el interés de la deuda.

De no ser así, entonces no quedará otra que acelerar la preparación para hacernos cargo del club, pues el descalabro total de la SADP ocurrirá seguramente antes de que transcurran los 19 años que quedan de concesión, a menos que sea la Corporación – qué contradicción – quien termine por salvarla.

 

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