Valparaíso Escudo Summer Ink 2018

El pasado fin de semana fuimos a la 4º versión del Escudo Summer Ink, evento que cada año nos sorprende por el alto nivel de los artistas, los invitados internacionales y el gran número del público asistente.
Por desgracia en esta ocasión nos encontramos con un evento deslavado, hecho sin ganas, en donde quienes salvaron la plata fue el talento de los tatuadores y la simpatía de los invitados.
Vamos por el comienzo y revisemos cuales fueron las grandes falencias de un evento que se estaba instalando como un panorama imperdible los últimos veranos en el litoral central.
Para ingresar al VTP desde la estación Barón no existía mayor señalización que un letrero de PVC el que no indicaba bien hacia donde uno se debía dirigir (tan así que muchos asistentes perdieron más de media hora buscando el ingreso).
Desde el momento en que uno encontraba por fin al camino, debía transitar alrededor de 15 o 20 minutos por una callejuela donde no existían señalizaciones ni nada que indicara que se dirigía por el lugar correcto. Al momento de ingresar por este espacio podía resultar solo molesto, pero el peligro que conllevan espacios de esas características durante la noche es más que sabido.
Si bien el talento de los tatuadores está más que demostrado, en esta ocasión al parecer la convocatoria no fue tan atractiva para los artistas, a simple viste el número de stand para tatuajes se tiene que haber reducido por lo menos a la mitad. Aumentó la presencia de puestos que ofrecían ropas, accesorios e incluso nos sorprendió la presencia de un espacio dedicado a Inacap.
El valor de la entrada en esta ocasión era de $10.000, pero uno podía acceder a un meet and greet con los invitados internacionales al cancelar $25.000. Como la convocatoria de público fue tan débil, que los simpáticos Sarah Miller y Jesse Smith no tuvieron problema en autografiar lo que se les solicitara y fotografiarse con quién se lo pidiera, tomándose todo el tiempo del mundo para compartir con sus fanáticos chilenos. Se agradece la buena onda de los invitados, pero nos imaginamos que las personas que pagaron la entrada VIP se sintieron estafados, ya que la experiencia “exclusiva” que les prometieron no fue tal y se podrían haber ahorrado bastantes lucas.
Un aspecto que destacamos y se notó en esta versión, es el numero cada vez mayor de tatuadoras, quienes poco a poco van equiparando en número a sus pares masculinos.
Raya para la suma, en esta ocasión el evento nacional del tatuaje chileno, quedó como un tatuaje hecho en verano y mal cuidado…desteñido.