El Reencuentro
Colaborador Anónimo
Dicen que el cuerpo tiene memoria, y debe ser verdad, porque desde ayer que te vi me he sentido
rara, como que las piernas no me responden, ando torpe, como cuando estábamos juntos.
Siempre te reías de mí y mi mala percepción del espacio.
Te cuento que estoy bien, tengo una pareja, por fin un trabajo que me gusta y planes de ampliar la
familia: queremos adoptar un cachupín. No sé si soy feliz, pero al menos los fantasmas no me
visitan tan seguido como antes y he logrado mantener mis ideas más quietas. Ya nadie me escribe
canciones, ni me canta al oído ni paseo por la Altamirano como si fuera lo más importante del
mundo, pero ya nadie me grita y ya no golpeo, ni muerdo, ni rasguño, aunque no lo creas, tengo
un juego de platos intacto hace años.
Ayer salí de la oficina y en vez de cruzar el Parque Italia y tomar el colectivo en el Cine Hoyts como
siempre, decidí que quería caminar. Me fui con toda calma por Colón, me gusta esa calle, tiene
algo un poco nostálgico que me recuerda cuando era niña. Ni supe como de repente ya estaba
frente a Plaza Victoria, miré hacia a la izquierda y vi que el Bogarín estaba vacío y decidí que quería
un helado. Estaba pagándolo en la caja y escuché de pronto una voz familiar “de capucchino, por
favor”, pensé que me había confundido, pero levanté la mirada y te vi por el reflejo del vidrio de la
caja. Tomé rápido el vuelto y salí sin pedir el helado, me escondí afuera para que no me vieras, mi
corazón latía rápido y me puse a temblar. Por un momento el tiempo se detuvo y se me vinieron a
la cabeza tantas imágenes y colores y melodías y risas… y estuve a punto de pararme frente a ti y
decirte: “Hola, te acuerdas de mí? Ya volví, soy la de siempre”… pero luego de la risas, se vinieron
los llantos y los gritos a mi memoria, me quedé inmóvil y una pena gigante como un estadio se me
instaló en la garganta.
Te veías tan feliz y relajado que después de mirarte un rato te desconocí, creo que nunca había
visto esa expresión en tu rostro, como si tuvieras todas las respuestas o como si ya no las
estuvieras buscando. Antes siempre tenías una mirada como de explorador, buscando algo oculto
e indefinido que tal vez nunca encontrarías. Supongo que ya lo encontraste.
Antes siempre pensaba que no merecía que me pasaran cosas buenas, ya no lo creo. Ahora creo
más en la vida y que las personas son buenas si les das la oportunidad de demostrártelo, ando
esperando que el mundo me sorprenda con cosas linda, pero otra oportunidad contigo sería
demasiado… eso sí no lo merezco, ni tú tampoco. Por eso no pude hablarte, aunque te seguí:
cruzaste a la mala a la plaza, te quedaste un minuto mirando la pileta y seguiste hacia abajo hasta
que te perdiste detrás de la Severín, a momentos logré caminar a tu ritmo a la distancia e imaginé
que en realidad estábamos caminando juntos.
Sé que muchas veces te pedí perdón, pero esta es la primera vez que me siento sin culpa. Dejarte
ir ayer fue el primer gesto de amor real que he hecho por ti… qué absurdo es que sea 10 años
después de lo que debió ser!
Pd: Me debes un helado.