«Historias de Metro»: La Mirada que Revela un universo Invisible

En medio de la rutina frenética de la vida moderna, a veces encontramos la belleza en los lugares más insospechados. Así fue como Maritza González, conocida como la Maga al igual que aquel personaje de Rayuela de Julio Cortazar y también como @marytafeliz en Instagram, una viajera cotidiana del metro, transformó su monótono trayecto diario en una ventana hacia un mundo de historias humanas, y al hacerlo, también encontró una parte de sí misma que nunca había explorado.
«Historias de Metro» no es solo un proyecto fotográfico, es un testimonio de cómo un cambio de perspectiva puede revelar mundos ocultos en medio de lo ordinario. Maritza González nos cuenta que un día, mientras viajaba en el metro rumbo al trabajo, decidió apartar la mirada de la pantalla de su teléfono y, en su lugar, comenzó a observar a su alrededor. Lo que descubrió fue una rica narrativa de la vida cotidiana que se desplegaba ante sus ojos.
La rutina monótona y agotadora que todos enfrentamos a menudo nos hace insensibles a las pequeñas historias que se desarrollan a nuestro alrededor. Pero la Mary decidió mirar más allá de la superficie y comenzó a retratar estas escenas efímeras con su cámara, sumergiéndose en una búsqueda que, al principio, no entendía del todo.
«¿Búsqueda de qué?» se preguntaba. La respuesta, que se reveló gradualmente a lo largo de sus viajes, fue que estaba buscando una conexión con su propia humanidad. Cada imagen que capturaba en el metro contaba una historia, una historia de la vida real, de personas anónimas con sus alegrías, tristezas, sueños y desafíos. A través de su lente, comenzó a comprender que estas historias también eran parte de su propia historia.
Lo que comenzó como una exploración personal se convirtió en un proyecto compartido. Maritza González decidió compartir sus «robados diarios» en las stories de su cuenta de Instagram, sin imaginar la respuesta que recibiría. Pronto descubrió que estas imágenes también resonaban con otros, que la fatiga y la rutina habían cegado a muchos ante la belleza oculta de la vida cotidiana. Las historias del metro que Maritza capturaba se convirtieron en un reflejo de la experiencia humana compartida.
Cinco años han pasado desde que Maritza González comenzó su viaje en el metro. Hoy, por primera vez, comparte su proyecto fuera de las redes sociales, llevando estas historias a un público más amplio. En cada imagen, podemos ver el reflejo de nuestras propias vidas, nuestras propias luchas y triunfos.
«Historias de Metro» es un recordatorio de que la vida está llena de belleza y significado, incluso en los momentos más mundanos. Nos invita a mirar más de cerca, a conectarnos con las historias que nos rodean y a encontrar en ellas una parte de nosotros mismos. Como dijo el filósofo Byung-Chul Han: «El sentido no se encuentra en lo lejano ni en lo inaccesible, sino en lo cercano, en lo cotidiano». En un mundo obsesionado con la velocidad y la superficialidad, este proyecto nos alienta a tomar un momento para reflexionar sobre la riqueza de la experiencia humana que se despliega ante nosotros todos los días, en cualquier lugar, incluso en el metro.

¿Quién es Maritza González?
se describe así:
Nací en el Puerto, en tiempos convulsionados de nuestro país, crecí en un entorno variopinto con aroma a mar, sin estímulos artísticos más que mi propia imaginación, fue así como construí mi primera cámara fotográfica con una caja de fósforos, llena de dibujos y sueños para regalar. Fue en el colegio donde tuve mi primer acercamiento real con la fotografía, a mis 14 años aprendí a manipular una cámara y la magia de revelar, esto fue lo que dio inicio a una inquietud que me acompaña hasta el día de hoy. Soy Estadístico de formación y Fotera de puro porfia´, ya que fue la fotografía la que me trajo de vuelta de la oscuridad, dejando de ser sólo una inquietud, para transformarse en el puente que une mi mente y mi corazón, para comunicar a través del sentir. Disfruto de la calle, de vivir la experiencia de los espacios, de hacerse invisible al contemplarlos, para generar puntos de vista y composición, con el simple fin de perpetuarlos como bitácora de la vida, ya sea con la cámara, con el celular o con tan sólo mis ojos para recordar.