La Ruta de la Caca»: El Francés que Lucha contra la Suciedad en Valparaíso

A lo largo de sus intrincadas y coloridas calles, Valparaíso ha sido el epicentro de innumerables historias. Un puerto que se enorgullece de su herencia multicultural, su arte callejero y su inigualable belleza paisajística. Pero como en muchas ciudades, también enfrenta desafíos que requieren el compromiso de sus residentes. Uno de estos héroes anónimos es Samuel Guillmet, un francés que ha dedicado los últimos años de su vida a un trabajo poco convencional pero fundamental: la recolección de los desechos de los perros callejeros que deambulan por la ciudad.
Lo conocí un día soleado en las afueras del Museo Baburizza. Samuel paseaba a su inseparable tropa de tres perros, que se unieron a él en su misión de limpiar Valparaíso. Portaba una pinza gigante para recoger los excrementos de los canes, una herramienta que se ha convertido en su compañera fiel en esta singular empresa.
En nuestro encuentro, Samuel compartió su historia y su profundo amor por Valparaíso. «Me enamoré de esta ciudad desde el momento en que puse un pie aquí», dijo con una sonrisa cálida en su rostro. «Es un lugar mágico, pero como cualquier otro, tiene sus problemas. Los perros callejeros y sus desechos son un problema que podemos solucionar juntos».
El «trabajo sucio» de Samuel consiste en recoger los excrementos de perros abandonados en algunos de los lugares más emblemáticos de Valparaíso, como la Plaza Sotomayor, el Cerro Alegre y el Paseo Yugoslavo. A cambio de su incansable labor, Samuel no exige un salario, sino una colaboración voluntaria por parte de quienes se cruzan en su camino. La generosidad de los habitantes y visitantes de Valparaíso ha sido fundamental para su sostenimiento.
«La mayoría de las personas entienden la importancia de mantener la ciudad limpia y están dispuestas a contribuir. Algunos me dan un par de monedas, otros me ofrecen un refresco o una comida caliente. Lo que realmente valoro es el apoyo moral que recibo de todos», explicó Samuel.
A lo largo de su ardua labor diaria, Samuel asegura retirar aproximadamente dos kilos de desechos de las calles de Valparaíso. Si bien su contribución es inmensa, es consciente de que esta es una solución a corto plazo para un problema más amplio.
Su historia es un recordatorio de que el amor por una ciudad puede llevar a acciones individuales que generen un gran impacto. Valparaíso, con su espíritu comunitario y su diversidad, es un ejemplo perfecto de cómo los esfuerzos de personas como Samuel Guillmet pueden marcar la diferencia en la calidad de vida de una comunidad.
A medida que nos despedimos, Samuel continuó su recorrido con sus fieles compañeros peludos. Su ejemplo nos recuerda que, en cualquier rincón del mundo, existen héroes anónimos dispuestos a darlo todo por el amor que sienten por su hogar. En Valparaíso, Samuel Guillmet es una inspiración y un recordatorio de que las acciones individuales pueden desencadenar grandes cambios.