El otro clásico porteño

El olor a clásico se respira en el ambiente, las camisetas verdes caturras y las oro y cielo ya visten a los jugadores, elongan y se preparan para un duelo que enfrentará a dos clásicos rivales de la Quinta región. Pero no estamos hablando de un duelo que se desarrollará en el tradicional Elías Figueroa Brander con la Upla de fondo, los loros musicalizando el ambiente y el viento playanchino llevándose el eseaene por los 42 cerros de la ciudad. Tampoco se realizará en el reducto viñamarino junto a la típica laguna en donde las familias de los cerros vecinos se relajaban durante el verano. Este clásico porteño se vive en el barrio, el coloso que albergará a los gladiadores es la cancha del Club Deportivo Santa María de Recreo, lugar en donde cada martes de 19 a 20 hrs. Matías Nieto, quien maneja la cancha e impone que se respeten los horarios de juego, recibe a un grupo de vecinos quienes a menos que la pandemia lo prohíba se reúnen para defender los colores que tiñen su corazón.

Los jugadores se saludan, se ríen, las tallas de un lado a otro corren hasta que comience a rodar el esférico, esta es una semana importante, el domingo se juega una nueva versión del clásico porteño y se augura que el resultado de este partido puede ser un presagio de lo que ocurrirá el finde semana.
Comienza el partido, los jugadores dan lo mejor de sí y corren tras el balón como si fuera la final de un mundial, el partido es suave sin muchas faltas por lo menos en los minutos iniciales, los ruleteros son los primeros en anotar el primer tanto y eso desorienta al elenco caturro. La red de los verdes como los pinos se ve inflada por segunda vez, están desordenados y lo saben, un par de ajustes y el partido se comienza a nivelar pero al igual que ocurre con el equipo profesional en esta temporada la suerte no los acompaña y el vertical impide en tres ocasiones derrotar el arco ruleta, los minutos continúan avanzando y con un par de contras fulminantes en donde Don Jacinto González de 75 años, el jugador más veterano del equipo y tío de Matías, logra descontar en una ocasión y habilitar a un compañero para inflar más el marcador a favor del equipo de la ciudad jardín.

Ya nos encontramos a la mitad del cotejo, los caturros no han perdido las esperanzas y uno de los jugadores verdes que espera su momento para entrar a jugar nos dice —No importa, así somos los wanderinos, mientras más mal nos va más ganas le ponemos —. Dicho y hecho, no alcanzan a pasar 2 minutos y el elenco verde logra salir del 0 y anota su primer gol. El golpe anímico es fulminante y los del puerto se van arriba buscando el empate, en un partido de barrio ir tres goles abajo no es nada y se puede dar vuelta en cualquier momento. Los verdes nuevamente se lanzan al ataque y logran su segundo tanto en pocos minutos, algunas caricias en las canillas y los tobillos comienzan a aparecer y todo se vuelve más serio. Los oro y cielo siguen desorientados por la arremetida verde y nuevamente cae el esférico al fondo de la valla de los de la franja dorada. El empate está a un gol de distancia y ambos equipos lo saben. Se reanuda el juego, los representantes del oro y cielo se arrancan rápidamente por una banda, lanzan un pase al medio y es gol. La ventaja es ahora de dos tantos y quedan solo 8 minutos los que pasan de manera veloz, los del decano dan la vida y logran un gol, luego en los últimos segundos y ya luchando contra el cansancio obtienen por última vez el ansiado gol del empate. Quedan los últimos segundos, pero deciden dejarlo hasta ahí, a veces los clásicos también se empatan.
Mientras los jugadores se retiran, Matías nos cuenta que algunos jugadores son familiares suyos, Don Jacinto es su tío y es evertoriano, él al igual que su papá Don Jorge Nieto quien también jugó representando al decano son wanderinos de corazón. Ya comenzamos a desocupar la cancha, se viene el último partido del día, esta vez un femenino.
Nosotros nos retiramos con la alegría de haber vivido un clásico diferente, de compartir con vecinos que fueron capaces de gestionar un espacio, hacerlo propio y lograr levantar una cancha de pasto sintético que tiene un gran valor, el cariño de sus vecinos por su barrio.
Agradecimientos a Matías Nieto, Jorge Nieto, Jacinto González, Andrés Rojas, César gonzález, Claudio González, Alfredo Correa, Rafael y Marcos López.
Pueden reservar hora o pedir información en Cancha Santa María