Descubre el origen de los cerros porteños, Parte 1

Un símbolo característico de nuestro Valparaíso es su cantidad y variedad de cerros. Si bien en el plan se encuentra ubicado el gran comercio y los lugares de trabajo, es en los cerros donde se desarrolla y desenvuelve la vida de los porteños. Es por ello que hemos realizado esta serie de artículos donde explicamos de manera breve el origen de los nombres de los cerros que componen nuestra ciudad.
Con el tiempo y el crecimiento de la ciudad algunos de los cerros han sido absorbidos por otros, lo que genera una constante duda entre cuántos son en total. Actualmente son reconocidos 42, pero siempre hay discrepancias entre los pobladores sobretodo entre los de más edad quienes alcanzaron a conocer los ya desaparecidos cerros como el Reina Victoria, Miraflores o el Atalaya.
Tal como señala Víctor Rojas Farías en su libro Valparaíso, el mito y sus leyendas, “El Cerro Mariposas no se llama Mariposas porque hubiera Artillería, ni el Artillería porque hubiera mariposas”. Los nombres de nuestros queridos cerros no fueron establecidos por decretos, ni caprichos de las autoridades; al igual que la ciudad que jamás fue fundada y solo descubierta, los cerros fueron nombrados por alguna de sus características o por algún personaje ilustre que vivió en el lugar.
Playa Ancha: La República Independiente le debe su nombre a la planicie en la que actualmente se encuentran el Parque Alejo Barrios, la Upla, la Universidad de Valparaíso, la Escuela Naval y el estadio (del Wanderito) Elías Figueroa Brander. El espacio, una gran explanada compuesta de arena y piedrecillas, era conocida como “campo de marte” debido a una mezcla entre su parecido con la árida superficie del planeta rojo y a la vez era el lugar en el que se realizaba y practicaban las paradas militares, es decir, un lugar de guerra tal como lo era Marte el dios romano de la misma.
Debido a esta gran explanada es que el cerro recibe el nombre de “Playa” ya que en algunos países de habla hispana el término es utilizado para referirse a espacios planos, anchos y despejados que tienen un uso determinado, como por ejemplo las “playas” de estacionamiento. De ahí se desprende el origen del nombre del cerro más populoso de la ciudad, el cual se complementó con el agregado de “Ancha” debido a su gran superficie.
Como dato curioso, la República Independiente cuenta con un himno creado por Luis Agustín Reyes, del cual hablaremos en una próxima ocasión.
Cerro Las Cañas: Mientras la ciudad crecía y crecía, por circunstancias del destino este sector quedó desocupado, lo que permitió que la maleza se desbandara en el lugar, llenándose de cáñamos, los que crecían gracias a las aguas de vertientes y pequeños arroyos del lugar. Fue tanto el espacio que las cañas ocuparon, que con el tiempo y a medida que era habitado, fue conocido como “las Cañas”.
Cerro Molino: Varias décadas atrás, en la cumbre de este cerro se encontraban varios molinos, los que se utilizaban para diferentes actividades, entre ellas moler el trigo. Con el tiempo y los avances tecnológicos los molinos de viento fueron desapareciendo, quedando solo su recuerdo y la inspiración para nombrar al sector.
Cerro Mariposas: A diferencia de toda la historia sobre Playa Ancha, en el Cerro Mariposas el nombre se origina simplemente por las abundantes mariposas que habitaban en el lugar. Tampoco es coincidencia que junto a este tradicional cerro porteño se encuentre el Cerro Florida, el que claramente se destacaba por sus coloridas y abundantes flores, por lo que desde su origen existía una sinergia entre ambos lugares.
Cerro Esperanza: Sobre el origen de este cerro conocemos dos versiones, ambas igual de válidas, las que incluso se mezclan creando un mito más dentro de Valparaíso. La primera versión y la más conocida se refiere a que el nombre se debe a la Capilla Nuestra Señora de la Esperanza, la que se ubica a pies del cerro. La segunda versión la rescatamos del libro “Valparaíso, el mito y sus leyendas” y nos habla de una niña que se encontraba jugando en una de las quebradas del sector, la cual de un momento a otro desapareció, su madre asustada comenzó a llamarla a gritos ESPERAAANZAAAA, ESPERAAANZAAA…pero ella jamás apareció. Con el tiempo unos porteños se instalaron en el lugar y no hallaron nada mejor que mantener el nombre con el que ya se conocía del lugar “La Quebrada de Esperanza”, luego vino la iglesia y ahí quedó como Cerro Esperanza.
Cerro Toro: El origen del nombre del tercer cerro más antiguo de la ciudad se encuentra teñido por la tragedia, la sangre y por el color rojo que tanto se relaciona con los toros.
Porque fue en este lugar, cuando todavía no existía nada más que algunos ranchos, donde una familia decidió detener su carreta para tener un relajado y soleado día de campo, luego de recorrer el lugar, encontraron el espacio perfecto para tender sus mantas y disfrutar de la naturaleza porteña. A pocos metros se encontraba un corral, donde un inmenso toro pastaba de manera tranquila.
Pasaron las horas, la familia se dedicó a comer, tomar una siesta y fue en ese momento en que el más pequeño de la familia escapó de la vista de sus padres y comenzó a trepar por las ramas que delimitaban el corral. El padre presintiendo algo, sale de su descanso y comienza a buscar al pequeño, escucha el sonido de una rama y ve como su primogénito se lanzaba dentro del espacio que mantenía al toro en cautiverio. Sin pensarlo corre hacia el lugar y en pocos segundos ya está abriendo el portón por donde minutos antes había escalado su retoño, y es en ese preciso momento que se da cuenta que el toro corre hacia el lugar en el que su hijo se encontraba jugando, en una lucha de velocidad el padre llega donde su hijo, lo abraza, en menos de un segundo el toro los impacta a ambos causándoles la muerte de manera casi inmediata. Al escuchar el revuelo, la madre despierta de su placentera siesta, lo primero que sus ojos ven es el sanguinario espectáculo en el que su familia se convirtió en el número principal. En medio de la desesperación queda congelada, tiempo que el animal utiliza para escapar del lugar y en su corrida impactar de lleno a la mujer, la cual fallece a metros de sus seres queridos.
Pasaron los días y al no saber nada de la familia, los vecinos y amigos los fueron a buscar, encontrando el sangriento espectáculo y comenzando la cacería del animal de inmediato. Luego de casi una semana, por fin pudieron dar con el prófugo, quién fue ajusticiado por los vecinos.
Con el tiempo, el lugar fue conocido como el Potrero del Toro, luego al asentarse más familias, se convirtió en la Población del Toro, para finalmente transformarse en el Cerro Toro.
Cerro Mesilla: El origen de su nombre hace referencia a la forma plana de su superficie, por lo que se realizaba la analogía de que era plana como una mesa. En el lugar se ubicaba el potrero la Mesilla y de ahí en adelante el lugar quedó con ese nombre.
Cerro Perdices: Tal como el Cerro Mariposas recibe su nombre debido al gran número de esos insectos que recorren el lugar, el Perdices ganó su apelativo gracias a las numerosas aves de esta especie que habitaban el lugar y que los niños de la época se dedicaban a cazar con su ondas.
Cerro Barón: Para proteger la ciudad de los ataques y ser el alojamiento oficial del Barón de Vallenary, se construyó en este sitio una fortaleza y un castillo que albergaron a un personaje que por variadas razones pasó a ser determinante en la historia de nuestro país, el señor Ambrosio O’Higgins. Y tal como sucede con muchos nombres en Chile, el lugar llamado originalmente Cerro del Barón de Vallenary, poco a poco sufrió la amputación de las palabras llegando a su actual nombre, Cerro Barón.
Cerro Polanco: Este cerro que domina todo el plan porteño desde su tradicional ascensor era conocido anteriormente como Cerro de las Fritis, debe su nombre actual al regidor de Valparaíso, el señor Santiago Polanco (1817-1827), quién era dueño de una de las mejores quintas de recreo de la época, la cual era visitada por la clase alta porteña, los que disfrutaban de sus famosas frutillas y los aromas de las flores que impregnaban el aire del lugar.
Así lo señala Saéz Godoy, L., en su libro “Valparaíso, Guía histórico-cultural”. Siglos XVI – XXI.
“La Quinta Polanco o Jardín de Polanco estaba muy cerca de la Avenida de Las Delicias y del Hospital Francés. Allí se realizaban estas con música y baile. Tenía amplios salones, un café y canchas de palitroques, tiro al blanco. Se hacían bailes de la alta sociedad y gran- des banquetes para las colonias extranjeras. Se instaló un escenario de material ligero para representar obras teatrales”
CONTINUARÁ…
En unos días más continuaremos con esta entrega, si tiene datos que aportar sobre uno de los cerros ya nombrados o alguno que todavía no aparezca, no dude y envíelo a jorgelatrille@gmail.com.
Te invitamos a leer sobre algunos de los ascensores de nuestra ciudad: ascensores parte 1
Hola! excelente entrada. Muchas gracias por toda la info, y trabajo de investigación que hay detrás de esta entrada. También, es un honor que hayas usado el mapa de Valparaíso que adaptamos para nuestra Gaceta del puerto, nos da mucha alegría <3 ¡Mucha suerte, y muchas gracias por este blog!
Hola, si muchas gracias por tu mapa, está hermoso. lo nombraremos en los créditos.
Saludos